Tres técnicas para trabajar con las ideas

Los emprendedores necesitan tiempo para pensar. Y a pensar bien se aprende, para optimizar el tiempo y sacar todo el provecho posible de lo que se nos pasa por la cabeza. Son muchas las técnicas y herramientas que podemos encontrar para trabajar con las ideas, y cada metodología es perfecta para un equipo y en un momento determinado. Nosotros hablamos de tres de estas herramientas concretas con tres utilidades que tienen relación entre sí: la generación de ideas y su tratamiento.

Conscientes de la ingente cantidad de aplicaciones, técnicas y herramientas que podemos encontrarnos para multitud de tareas en el ejercicio del emprendedor, nos centramos en la búsqueda de nuevas opciones de manera ordenada a través del Mapa Mental, el Brainstorming y Scamper.

Mapa mental

Esta técnica consiste en la generación de ideas a través de capas conceptuales relacionadas entre sí y a distintos niveles a las que otorgamos valores, y que nos llevarán a un estadio muy diferente del punto de partida. Es un ejercicio donde debemos obligarnos a liberar nuestra mente, sin prejuicios, y nuestra lengua en consecuencia. Perdiendo este miedo inicial de esparcimiento mental germinarán las ideas, entre las que encontraremos la clave de nuestro proceso creativo. El mapa mental hace una división en conceptos puntuales que siguen una línea argumental en torno a un eje central.

Pero dicho así todo suena muy abstracto, por eso jugaremos con un ejemplo sencillo: un coche. Si partimos de la idea inicial de coche, podremos irnos alejando del concepto principal de forma progresiva. De este punto de partida, coche, saldrán otros relacionados como puede ser rueda, espejo, volante, conductor, tráfico, carretera o viaje. Para elaborar el mapa mental, escogemos cada uno de estos conceptos y volvemos a hacer el ejercicio semántico. Si escogemos el concepto carretera, podemos volver a desglosarla y extraer otros conceptos como camino, autopista, arcén, asfalto, carriles, accidentes y un largo etcétera.

Esta forma de trabajo nos puede ayudar a conocer mejor a nuestros clientes, a elaborar campañas de comunicación o, simplemente, a perfeccionar nuestro producto o servicio pensando en todo el abanico de posibilidades a los que hace referencia dicha realidad. Al final, elaboramos una nube de conceptos relacionados entre sí muy útil para crear.

Una de las herramientas más populares para la generación de mapas mentales es Mindmeister.

Brainstorming

El brainstorming busca de forma táctica la cantidad sin tener en cuenta la calidad, pero sí la originalidad de las ideas. Se trata de una técnica en grupo archiconocida de acopio de ideas sobre un tema determinado. Si antes era importante no tener prejuicios a la hora de pensar, en esta forma de proceder cobra aún más importancia no detenernos ante ideas sorprendentes.

Se busca que las ideas vayan combinándose entre sí para generar nuevas, que la aportación de cada participante sirva para complementar a las del resto. Por este motivo hacemos hincapié en que la cantidad es esencial. También la ausencia de juicios, ya que admitimos que todas las propuestas tienen valor, ya sea por sí mismas o porque ayuden al nacimiento de otras.

Al igual que somos capaces de admitir cualquier idea, también hemos de ser capaces de dejarla morir en cualquier momento para seguir por otro camino. Son solo ideas que surgirán y nos guiarán para dar el siguiente paso para hallar la respuestas definitiva que estamos buscando.

Fue creada en 1919 por Alex Faickney Osborn.

Scamper

Se trata de una técnica que también usamos para la generación de ideas, como el brainstorming, creada por Bob Eberlee. Aunque vamos a usarla, sobre todo, para la resolución de problemas concretos. Con una sola técnica podremos encontrar diferentes posibles soluciones. Por este motivo, antes de acometer su ejecución, hemos de definir bien el problema.

Para trabajar con cada punto lo hacemos a través de preguntas específicas que nos darán las respuestas que esperamos.

Su nombre viene del acrónimo de las palabras en inglés:

  • Sustituir: intentamos sustituir cualquier proceso o factor que nos ayude a resolver el problema, y evaluamos qué ocurriría si lo hiciéramos. ¿Qué podemos sustituir para lograr X? ¿Qué no es posible sustituir?
  • Combinar: como en el punto anterior, pero en esta ocasión, en vez de buscar un sustituto, tratamos de combinarlo con otro proceso. ¿Podemos combinar productos? ¿Qué combinación de elementos generarían una reducción de costes?
  • Adaptar: se trata de hacer los cambios oportunos en el producto para adaptarlo al modelo de otro país, a otro uso, a otra función… ¿Qué podemos adaptar para que esté disponible para más usuarios? ¿Podemos adaptar a nuestro producto o servicio una idea de la competencia?
  • Modificar: podemos alterar algún aspecto de nuestro producto o servicio para mejorarlo o solucionar algún problema. ¿Qué podemos modificar para lograr algo?
  • Buscar otros usos: a un producto o servicio se le pueden dar otros usos que no eran para los que estaba ideado principalmente. ¿Qué otros usos podemos darle? ¿Puede ser utilizado por otro target?
  • Eliminar: al igual que podemos agregarle elementos, también podemos desprendernos de ellos. ¿Qué podemos hacer para simplificar nuestro producto? ¿Podemos desprendernos de algún elemento?
  • Reordenar: no solo reordenamos elementos del producto o servicio, sino que podemos hacerlo también con el proceso. ¿De qué parte del proceso podemos prescindir? ¿Podemos cambiar el orden de los factores para optimizar tiempo y recursos?

 

FotografíaAlex Iby

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