«Buscamos equipos comprometidos porque eso es lo que ellos van a encontrar aquí: compromiso».
Juan Jesús Velasco, codirector de El Cubo, hace balance de este lustro al frente de la aceleradora sevillana.
¡El tiempo pasa volando! El Cubo cumple cinco años de andadura, que no son pocos. A lo largo de este tiempo, la aceleradora sevillana ha ido acumulando múltiples recuerdos, experiencias y una larga ristra de éxitos. Se ha convertido en una segunda casa para las más de 50 empresas que este espacio de crowdworking ha visto crecer, dando en todo momento lo mejor de sí mismas para abrirse camino en un mundo que cada vez requiere más soluciones eficaces e innovadoras.
Juan Jesús Velasco, codirector del espacio de crowdworking, ha vivido, junto con Nacho Morales (director de la aceleradora), este recorrido en primera persona, desde sus primeros pasos hasta lo que es hoy, una pieza esencial del emprendimiento sevillano. Como homenaje a la iniciativa y a esta aceleradora, que ha sido testigo de tantas y tantas experiencias, nos narra cómo ha sido su experiencia al frente del espacio y cuánto ha evolucionado en este lustro.
Después de estos cinco años de actividad de El Cubo, cuando miras atrás, ¿qué ha pasado desde que inaugurasteis este espacio?
Qué no ha pasado, más bien. No parece que haga cinco años desde que empezamos. El tiempo pasa muy rápido, es lo que tiene vivir tan acelerado. Por aquí han pasado un montón de horas, empresas y personas. Es una montaña rusa en la que cada día aprendes algo nuevo. Yo me lo paso muy bien aquí, si no lo hiciera, las empresas lo notarían. No podríamos dar el servicio que queremos dar y no estarían dispuestas a seguir el ritmo.
Hay días en los que todo marcha, pero hay otros en los que me gustaría tirar a ese foso [el de El Cubo] todas las frustraciones. Eso es lo que pasa con las empresas, al fin y al cabo. Ellas proyectan en nosotros su éxito, pero también sus fracasos, y necesitan mucho más apoyo cuando están en esa tesitura que cuando les va bien. Tenemos que aprender a leer cuándo una startup está en una frase problemática para poder anticiparnos, para poder extender una red de seguridad cuando vayan a dar el salto y amortiguar la caída si fuera necesario.
¿Qué os ha aportado El Cubo durante estos años?
Es una pregunta difícil. Cada día aprendo cosas, es como hacer un máster por cada empresa que pasa por aquí. Es una suerte estar en un sitio en el que todos los días puedes saltar entre diez o doce empresas distintas, en fases diferentes y con negocios diversos. Y me parece difícil afirmar que yo sepa de todo y pueda arreglar cualquier negocio. Al final, lo que se saca de aquí no es algo que se pueda aprender en un libro, sino que proviene en gran medida de la capacidad de análisis que tengas y de tu experiencia. Aquí hay experiencias totalmente nuevas.
Cuando hice el MBA (Master in Business Administration), yo ya estaba aquí, en El Cubo, y me di cuenta de que había cosas que solo fui aprendiendo a través de la experiencia y otras cosas que me enseñaban en el máster y que podía aplicar a las empresas de aquí cada semana. Disfruté mucho aquella época porque tuve la posibilidad de poner en práctica lo que me enseñaban en el aula.
«Cada día aprendo cosas, es como hacer un máster por cada empresa que pasa por aquí».
El Cubo, centro neurálgico de la innovación y el talento en Sevilla
¿Qué papel juega El Cubo dentro del ecosistema emprendedor?
Que la Junta de Andalucía participe en esto es algo extraordinario. Juntos hemos conseguido algo que antes era difícil: demostrar que el emprendimiento es una opción. Venir a un espacio como este es una alternativa viable y somos capaces de atraer el talento y retenerlo.
Es verdad que todavía queda camino. El ecosistema aquí, en Sevilla, aún es joven. Cuando empezamos en 2014 ya se hacían cosas relacionadas con el emprendimiento y había incubadoras, programas, ayudas… De hecho, nosotros metimos la pata con el posicionamiento al principio. Entraron empresas en muy distintas fases, algunas con la idea en Power Point, otras ya facturando y algunas de ellas, en un punto intermedio, que tuvieron su lanzamiento comercial estando aquí.
«Lo que hacía falta entonces no era una incubadora, porque incubadoras ya existían, lo que hacía falta era una aceleradora y eso es lo que somos».
Nos dimos cuenta de que, por las características de los servicios que queremos ofrecer, es mejor contar con empresas que aún no han tenido su lanzamiento o que ya facturan y quieren multiplicar sus ingresos. Lo que hacía falta entonces no era una incubadora, porque incubadoras ya existían, lo que hacía falta era una aceleradora y eso es lo que somos.
¿Dónde tiene puesta la vista El Cubo? ¿Hacia dónde va?
En los últimos cinco años el ecosistema a nivel nacional está cambiando mucho. Primero, en la especialización, algo que aún no hemos abordado del todo. Es un buen momento para replantearnos qué ofrecemos, revisando qué servicios aportan otras aceleradoras, alineándonos con esa oferta y, especialmente, con lo que demandan las empresas. Repensar nuestra propuesta de valor, en definitiva. Es sano reinventarse cada cierto tiempo para tener una oferta competitiva.
Otra parte que convendría repensar es cómo sembramos. Para poder sembrar se necesitan semillas. El acompañamiento a una startup es como un embudo en el que nosotros somos la fase final. Para que haya startups tiene que haber muchos equipos trabajando en ideas innovadoras. No todas son susceptibles de trasladarse a un negocio y no todos los negocios que se incuban son susceptibles de ser acelerados.
Nosotros, que estamos en la parte final de esa cadena de valor, debemos asegurarnos de que haya masa en las etapas anteriores. Es cierto que el Open Day ayuda a orientar a los emprendedores que están en esas fases iniciales, pero creo que no es lo único que podemos hacer.
Las ventajas de impulsar tu startup en la aceleradora sevillana
¿Por qué venir a esta aceleradora, frente a otras alternativas?
Yo creo que en cinco años uno aprende a hacer muchas cosas y me parece que una de ellas es el trabajo intenso: esa es una de nuestras características principales. La dinámica que seguimos aquí está muy centrada en el día a día, algo que no podríamos conseguir sin un espacio de trabajo como este, porque nos permite hacer un seguimiento formal, pero también informal y ahí está la clave.
Charlar con los emprendedores durante la pausa para el café o dar una vuelta por las mesas te permite reunir mucha información y averiguar cómo puedes ayudarlos mejor.
Nos centramos en dar un apoyo muy personal y concreto. No creemos que tenga sentido dar clases presenciales a todo el mundo porque eso sería asumir que todo el mundo está en el mismo nivel de desarrollo. Cada empresa vive su propio proceso de aceleración. Además, hemos quitado toda la parte de show que suele asociarse al mundo del emprendimiento. Nosotros empezamos en una época en la que emprender era casi una moda y ahora hemos pasado a un modelo en el que se trata de algo vocacional. Buscamos equipos comprometidos porque eso es lo que ellos van a encontrar aquí: compromiso.
También diría que en El Cubo hay una parte de contacto humano con mucho valor. Detrás de las empresas y las inversiones hay personas y creo que nosotros hemos tejido una red muy buena de contactos profesionales y personales. Con los mentores hay una relación de amistad fantástica y con los inversores también, más allá de lo profesional con algunos. Tengo amigos que han fundado compañías y a los que veo de vez en cuando. Ese roce que se da aquí se convierte en un vínculo muy estrecho. Te acabas llevando relaciones duraderas con la gente que pasa por aquí y las empresas que van entrando también se pueden beneficiar de ese vínculo para establecer relaciones muy provechosas a muchos niveles.
Juan Jesús Velasco, codirector de El Cubo