Si quieres emprender en Andalucía, no emprendas solo

Si bien es cierto que tanto emprender en solitario como hacerlo con más personas tiene ventajas e inconvenientes, creemos mucho más en los beneficios de hacerlo acompañado que en total independencia. El gran respaldo que supone contar con un equipo capaz de llevar a cabo un amplio abanico de tareas que la startup requiere es justificación suficiente como para apostar por esta opción.

Emprender solo nos permite ser un poco más dueños de nuestro tiempo y recursos, poder organizarnos como queramos sin crear dependencias en ninguna dirección. Asimismo, establecemos un control distinto sobre el dinero y somos más flexibles porque no dejamos a nadie en el andén del reparto.

De esta forma, la relación con los clientes es más dinámica; aunque hemos de tener cuidado con esto, ya que es frecuente que se diluya la línea entre trabajo real y la labor comercial. Igualmente, también hemos de ser especialmente cuidadosos porque al personalizar en exceso el negocio caemos en la trampa de no saber adaptarnos a los cambios y empeñarnos en un estilo y unas formas de hacer las cosas también excesivamente propias.

En general, al emprender solo, podemos tomar todas las decisiones de la startup con mayor libertad. La única barrera para intentar algo vamos a ser nosotros mismos.

Los beneficios de emprender con un equipo

La ventaja principal de contar con un equipo multidisciplinar es que nos ayuda a abarcar diversas áreas del negocio que emprendiendo en solitario se nos podrían escapar o, simplemente, hacer de ellas una mala ejecución. Pero para ello, la decisión de asociarse con una o más personas debe basarse en una reflexión concienzuda y no ser fruto de la emoción, de la cercanía con dichas personas, por miedo a emprender solo o por una simple corazonada. Debe existir un conocimiento común y un interés mutuo para que las personas implicadas salgan beneficiadas. No podemos padecer a nuestros socios.

Para emprender con alguien debemos ser muy conscientes del tipo de sociedad que queremos formar y redactar bien los estatutos para definir el punto de partida así como el desempeño de cada miembro, sin dar lugar a la más mínima confusión. Para ello, hay que perder miedo al formalismo de establecer por escrito las reglas del juego. Pero ese es otro tema que da para rato.

Además de contar con diferentes perfiles enriquecedores para el negocio hay más ventajas igualmente importantes.

Contar con mayor capital inicial: para arrancar con la idea de negocio necesitamos de una base, de un colchón inicial que nos permita iniciar la actividad con garantías y con los recursos necesarios.

Tener menor riesgo en la inversión: existen numerosas opciones de estructuras empresariales con las que asumimos menos riesgos en la inversión que hacemos. Los fracasos no se soportan solos.

Reparto de responsabilidades: un profesional que se dedica en exclusiva a aquellas actividades que desarrolla con mayor soltura da mejores resultados. Si cada uno se hace cargo de sus especialidades, el trabajo final tiene mejor calidad.

¿Cómo elegimos a los miembros de nuestro equipo?

Hemos de ser especialmente cuidadosos en la elección de nuestros socios, de aquellas personas con las que compartiremos el fruto de nuestra idea, de nuestros esfuerzos e ilusiones profesionales. No se trata de una decisión que se hace a la ligera ni de contar únicamente con alguien que se una al carro. Lo ideal es que nos autoimpongamos ciertos requisitos, como estos.

Reputación: se trata de la huella que dejamos en el ámbito del que estemos hablando, de su impronta. Si el profesional está bien considerado dentro del sector, será de gran ayuda para nuestro negocio. Además, su buena reputación nos estará indicando que realmente se trata de un excelente activo.
Conocimiento: nuestros socios han de conocer el sector, tienen que saber qué están haciendo y para qué.
Habilidades: que completarán las competencias de nuestra startup y complementarán a nuestras competencias personales. La suma de habilidades conformarán un equipo de diez. Las funciones han de quedar claramente diferenciadas.
Experiencia: se trata de tener a nuestro lado a una persona que se haya visto en distintos tipos de situaciones y que sepa desenvolverse ante el mar de decisiones que habrá que tomar. Una persona con experiencia puede prevernos y anticiparse.
Compromiso: la persona elegida ha de mostrar un compromiso real y consistente con el proyecto. De no ser así, la relación puede tambalearse con el mínimo problema.
Capacidad financiera: si, además de todo lo anterior, nuestro socio tiene la capacidad financiera suficiente como para participar activamente en el proyecto, esto fortalecerá las relaciones y la consecución de objetivos.

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