Elementos de una presentación eficiente

En el mundo de la interpretación se tienen en cuenta cinco columnas vertebrales esenciales a la hora de subir a un escenario y hacer la representación de una obra teatral. Se trata de cinco grandes grupos que se trabajan de forma independiente pero que se relacionan entre sí para envolvernos en lo que está ocurriendo en escena, para empaparnos de aquello que se está contando.

Ya conocemos la importancia de la comunicación interpersonal y la capacidad de presentar ideas para los emprendedores, y lo poco que estas aptitudes se trabajan en España. Gracias a estos cinco bloques, podemos aprender decenas de técnicas para mejorar en las presentaciones frente a cualquier tipo de público: inversores, clientes, delante de un auditorio o en una presentación para compañeros.

Los cinco pilares son el guión o contenido, la voz, la expresión corporal, el personaje y la improvisación. Veamos cómo aplicarlos al mundo del emprendimiento.

Guión o contenido

Se trata del punto básico a través del que se articula todo lo que vayamos a decir. Los conocimientos son fundamentales en cualquier tipo de comunicación. Hemos de evidenciar que sabemos de lo que estamos hablando en cualquiera de los contextos antes descritos. Cuando disponemos del conocimiento suficiente sobre la materia, todo fluye de forma más suave, menos artificial, y somos capaces de tener en cuenta otros tantos factores de la comunicación, de improvisar y de articular mejor cada una de las herramientas de las que disponemos.

Esto quiere decir que no solo debemos saber de lo que estamos hablando de una forma encorsetada, sino que nuestra obligación es disponer de la documentación e información suficientes como para tener la capacidad de ofrecer respuestas a posibles preguntas, de continuar la conversación aplicándola a otros ámbitos, de poner ejemplos, de jugar perfectamente con la materia porque somos plenos conocedores de lo que hablamos.

Si conseguimos este conocimiento, además, nuestra reputación como experto en el sector se potenciará, lo que sin duda beneficiará a nuestra empresa. La confianza en nuestro conocimiento es un arma muy poderosa de venta.

La voz

La proyección de la voz, su modulación y el uso adecuado de los tonos nos ayudará mucho a hacer que nuestro mensaje tenga impacto, atraiga. Para ello, hemos de saber controlar la respiración, que casi merece un punto completo de tratamiento y actividades.

El control de nuestra voz nos facilitará su proyección, haciendo que sea más robusta y fuerte, y nos ayudará a no sufrir consecuencias en la garganta de usar en demasía la voz como herramienta. Nuestra voz es uno de los mejores recursos de los que disponemos para convencer, para gustar. Una buena respiración controlando los diafragmas nos beneficiará para regular la cantidad de aire que necesitamos al hablar, y ganaremos en fluidez y confianza.

Además, y como extra, podemos incluir la dicción en este punto. Se trata de la correcta vocalización y articulación de las palabras, para hacernos entender, pero también para jugar con la pronunciación y hacer hincapié en aquellos puntos que queramos resaltar. Una correcta dicción hará que nos puedan entender mejor. Trabajarla es una responsabilidad que todo emprendedor debe asumir.

La expresión corporal

El buen uso de nuestro propio cuerpo, la desinhibición, el saber desenvolverse, el hecho de ocupar el espacio y tener impronta es un tema ampliamente tratado por expertos en comunicación interpersonal. Son infinitas las técnicas para aprender a usar nuestro cuerpo de forma correcta, pero unas pautas iniciales puede ayudarnos bastante para empezar. Mostrar seguridad, tranquilidad, conocimiento, firmeza y cercanía. Son solo algunos de los aspectos que hemos de saber proyectar.

Todo esto podemos lograrlo a través de pautas como no bailar sobre el escenario, dar pasos seguros evitando dar rodeos y teniendo en cuenta la economía del movimiento, gestionar las manos con soltura y sin gestos mecanizados, practicar una mirada firme pero amable, mantener el core corporal estable…

Os dejamos con algunas recomendaciones:

  • Mirar a los interlocutores uno a uno, haciéndoles sentir que están dentro de la conversación, empleando el tiempo necesario con cada una de las miradas.
  • Buscar un punto de referencia en el escenario, para no perdernos en él.
  • Usar las manos como apoyo, pero no convertirlas en una distracción.
  • Mantener el cuerpo erguido.
  • Tener buena presencia, que no distraiga nuestro aspecto o nuestra apariencia.
  • Ser conscientes de todo nuestro cuerpo y nuestros movimientos.

El personaje

En las artes escénica tenemos claro de qué estamos hablando cuando titulamos como ‘El personaje’ y, quizás en este ámbito del emprendimiento nos puede resultar sorprendente que esto nos pueda servir para algo. Nada más lejos de la realidad. Nosotros estamos en continua representación de un personaje que puede ser cualquiera de las entidades a las que representemos: una marca, una empresa, un momento de éxito, un emprendedor… Al final, siempre que hablamos lo hacemos en nombre de algo o alguien.

Particular y normalmente, lo haremos en representación de nuestra empresa. Para ello hemos de saber vestir la camiseta de la marca a la que representemos y no olvidarnos de este importante papel. No es lo mismo hablar como particulares que en nombre de un grupo de personas o una entidad que tiene valores concretos, que significa algo, que se mueve, mira, actúa de una forma determinada. Y que también habla sobre temas concretos, persiguiendo unos intereses y unas metas, sin despistarse en sus propósitos. No interpreta igual el CEO del BBVA que el de Uber, y las razones parecen obvias.

Como en las artes escénicas, en las conversaciones existe un protagonista ─aquel que pide, que solicita algo sostenido por unos intereses─ y un antagonista ─aquel que niega porque persigue unos intereses distintos, así como una urgencia, que determina el momento en el que se está conversando y por qué es aquí y ahora. Pensamos, por ejemplo, en una ronda de inversión, en nuestro Investor Day: los emprendedores tienen una oportunidad única de convencer al inversor. Ad hoc.

La improvisación

Por último, y aunque parezca contradictorio, también se puede aprender a improvisar. La urgencia de la que hablábamos en el punto anterior se aplica en el teatro en este punto. Sin esa urgencia, las escenas no tendrían fin. En el caso que nos atañe, la improvisación nos servirá para que, en caso de diálogo, este tenga unos objetivos claros. Esto nos ayudará cuando el guión de lo que decimos se salga un poco del contenido que tenemos preparado, de aquella materia que ya traíamos.

El conocimiento al que hacíamos alusión nos socorrerá en este tipo de situaciones. Se trata de disponer recursos conversacionales para seguir situado en la posición privilegiada del que sabe de lo que está hablando. Improvisar necesita unas bases de conocimiento y comportamiento que harán que no nos salgamos de nuestro papel.

 

Fotografía: Antenna

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