El producto mínimo viable (MVP)
En este camino, uno de los hitos más significativos suele ser alcanzar un producto mínimo viable (MVP). Ese objeto que, distando mucho de lo que un técnico podría considerar su perfecto gadget, se antoja factible para probarlo con los primeros clientes reales (familiares y amigos cercanos).
Escuchamos con frecuencia aquello de que “a las startups debe darles un poco de vergüenza que los clientes vean y usen el primer producto que lancen” (=producto inacabado, pero lo suficientemente funcional como para que se pueda probar), pero estar en el mercado permite a los técnicos afrontar esa necesaria validación en clientes reales que ayude a determinar el “must solve” frente al “nice to solve”.
Este paso no debería dar miedo, al revés. Se trata de una prueba de la verdad que les va a permitir resolver las preguntas importantes. Cuando se cuenta con un MVP se acabó presentar el producto en un power point. Ahora es cuando toca que hablen los clientes, invitándoles obligatoriamente a que te den feedback. Este permite saber si el problema detectado lo ha cubierto adecuadamente con el producto.
Pensar que todo se hace bien a la primera es sencillamente imposible. Por tanto, dejad que el producto sea utilizado por un número suficiente de clientes. Va a ser la mejor forma de que surjan cosas sobre tu producto que nunca habías considerado.
Importancia del feedback
Los early adopters son más colaboradores, más permisivos y se prestan más a ofrecerte su feedback tras utilizar el producto. Eso hay que aprovecharlo, pero hay que ser honesto. Hay que explicar la situación de lo que se lanza. Y explicar qué se está buscando para que nos ayuden a hacerlo (aún) mejor.
Ya decididos a lanzarse, no olvidemos nunca que el producto mínimo viable es la mejor forma de recoger la máxima cantidad de enseñanzas validadas sobre clientes con el menor esfuerzo (comercial y de investigación de mercado). Es la vía más fiable de validar esas suposiciones que asumimos al poner en marcha nuestra idea. Por lo tanto, lo que podría ser el titular de esta nota “Más vale tarde que nunca”, aplicado a emprendedores debería re-escribirse de forma que dijera “Tarde no vale más, ¡nunca!”.
Los clientes nunca compran un plan de negocio elaborado, ni una idea, ni un plano de un producto. Están deseosos de probar lo antes posible ese artículo que resuelva su necesidad. Por tanto, los primeros testers que te ayudarán a mejorar el producto se convierte en fundamental.
“Whenever you launch a new product or service, you must not only accept, but embrace that it will not be perfect”.
Escrito por Jose Ignacio Morales, miembro del equipo de El Cubo de Andalucía Open Future.
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