Miramos atrás y podemos acordarnos de casi todos los días de estos cinco años de actividad en el Cubo. Más de 1800 días, todos diferentes, ninguno aburrido y muchas personas, todas esas caras que han pasado por aquí. En este espacio no hay rutina, solo hay lugar para la creatividad y para cuestionárselo todo, solo hay personas con ilusión y compromiso que trabajan con una vocación de servicio más grande de lo habitual. Y es que el que no tenga ganas de ayudar y devolver a la sociedad parte de lo que ha recibido como profesional, difícilmente podrá disfrutar en un espacio como este.
Desde el primer día queríamos encontrar la fórmula de éxito para acelerar startups. No nos pudo la presión de los resultados rápidos y tuvimos, todo hay que decirlo, el apoyo de los patronos, que sabían que las reglas se iban a escribir día a día. Veíamos cómo el ecosistema de entonces nos miraba de reojo como diciendo «¡Mira! Otro que viene a inventar la rueda y a inflar un poquito más la burbuja que se está cociendo en torno a los emprendedores». Nos negamos a ser uno más, quisimos buscar nuestro hueco, construir nuestro know-how y, trabajando, conseguimos ponernos en el mapa y desafiar las estadísticas de iniciativas condenadas a durar como mucho dos o tres convocatorias.
El Cubo, bastión de apoyo al emprendimiento andaluz
El recién estrenado verano de 2014 fue caluroso y en El Cubo se anunció una convocatoria abierta a todos los emprendedores que quisieran apostar por el esfuerzo de la Junta de Andalucía y Telefónica para facilitar las herramientas y oportunidades para que la próxima generación de soluciones tecnológicas se desarrollasen en Andalucía. El claim diseñado entonces era «El reto es transformarse». Había que ganarse la confianza con una fuerte apuesta en medios digitales y tradicionales, y el resultado fue que conseguimos que más de 160 proyectos se sumasen a esta primera convocatoria.
«Nos negamos a ser uno más, quisimos buscar nuestro hueco, construir nuestro know-how y, trabajando, conseguimos ponernos en el mapa y desafiar las estadísticas de iniciativas condenadas a durar como mucho dos o tres convocatorias».
Ahí empezó el lío de verdad: ¿cómo seleccionamos a las mejores startups o las que vayan más en serio? ¿Cuáles quieren realmente aceptar el reto de transformarse en empresas más sólidas, más competitivas y más globales?
Como buen proyecto que era la propia gestión del espacio, sabíamos QUÉ queríamos hacer, pero faltaba lo más importante, que era el CÓMO lo íbamos a hacer, lo que implicaba armar una propuesta de valor que los socios de la iniciativa parecía que no se habían parado a pensar y a alinear con sus ambiciones estratégicas: crear un pacto regional orientado a identificar talento y crear empresas de base tecnológica que fueran una nueva fuente de empleo.
A nuestra manera El Cubo arrancó sin prisa, desde los cimientos, cometiendo los errores justos y necesarios y en un ambiente de competencia sana en el que se intentaba poner el listón muy alto para intentar conseguir la excelencia. Fueron los primeros mentores los que pusieron sabiduría y saber hacer. Muy pronto nos dimos cuenta de que si queríamos de verdad sacar algo de todo eso había que:
- Romper el mantra latino de que las ideas no se comparten y , en su lugar, fomentar un espíritu de contar lo que se hace, pero sin decir cómo se hace. (Ejecución)
- Identificar el espíritu emprendedor para ayudarle a crecer, no con palmaditas en la espalda, sino construyendo realidades desde la solidez de unos buenos cimientos, aunque eso signifique dar algunos pasos para atrás.
- Poner foco en el área más descuidada en muchas aceleradoras, la comercial. Para ello había que enseñar a vender y aprovechar la contactabilidad comercial que pudiéramos acercar gracias a nuestros patronos.
- Convencer a los emprendedores de que la mejor supervivencia pasa por tener un buen equipo y saber gobernarse. Para dirigir una compañía hay que orientarla a un fin y conseguir ingresos (ese es el verdadero foco).
- No obsesionarse con la búsqueda de financiación. El fin último es conseguir dinero de tus clientes y no de los inversores (si haces las cosas bien, terminarán apareciendo).
«Desde una planta -2 se cultivan proyectos que aspiran a ver la luz brillante de la ciudad de Sevilla».
Fruto de la iteración, de las constantes convocatorias, de los muchos equipos que hemos conocido y de probar y equivocarse, podemos decir que EL CUBO sigue existiendo como bastión de apoyo al emprendimiento andaluz desde su sótano del Parque Científico Tecnológico de La Cartuja. Desde una planta -2 se cultivan proyectos que aspiran a ver la luz brillante de la ciudad de Sevilla¸ lo consiguen los que se esfuerzan, se implican y escuchan los consejos de mentores generosos, dispuestos a aceptar los retos que les plantean.
La fórmula del éxito para acelerar startups
Nadie nos dijo cuánto tiempo subsistiríamos, pero aplicándonos el mismo cuento que predicamos con las startups, podemos decir que hemos demostrado sabernos gobernar para que las instituciones nos respeten y den su confianza y hemos generado nuestros propios ingresos en la forma de empresas que facturan, levantan financiación y generan empleo para orgullo de nuestra región.
Disfrutar (d) acelerando startups =[ ayudar a que los equipos se sepan gobernar (E) + enseñarles a conseguir ingresos recurrentes ($)] * meritocracia (M).
¡Feliz 5º cumpleaños! Es, más que nunca, ¡tiempo de excelencia humilde!
Nacho Morales, director de El Cubo
Grande Nacho!!