Todos somos prescindibles y el que no lo crea así, que se vaya preparando. No importa mucho que sea una startup o una multinacional; cuando los accionistas piden la cabeza del máximo directivo, ésta suele ser algo que se les entrega sin mucha demora.
Cesar al CEO se me asemeja al refrán que dice «¿al guarda quién lo guarda?». Al CEO lo «guardan» los accionistas. En el caso que nos ocupa de las startups, los que «guardan al CEO» suelen ser los gestores de los fondos de venture capital. Evidentemente, son los que tienen uno o varios «sillones» en nuestro consejo de administración.
Según comenta Antonio Manzanera en su libro Finanzas para emprendedores, en Estados Unidos es más frecuente este tipo de ceses que en España. Aunque nos pueda parecer extraño, los inversores pueden llegar a forzar la salida de directivos.
¿Y en qué casos puede un inversor solicitar que se prescinda de un directivo o de uno de los fundadores de una startup?
La marcha deficiente del negocio puede ser una de las causas. Cuando las cosas van mal, los directivos suelen ser percibidos como los responsables últimos. Por esta razón, y aunque en ocasiones no tienen toda la responsabilidad, son ellos los que resultan relevados de sus cargos.
Otro de los motivos que pueden originar el cese de un directivo es el cambio de rumbo en la estrategia de la compañía. En estos casos la startup no va mal, simplemente, va a comenzar una nueva fase de desarrollo en las que las características del emprendedor en cuestión no son las más idóneas para que siga al timón.
A nadie le gusta que nos releven de nuestro puesto porque, a juicio de un tercero, carezcamos de las competencias necesarias para el desempeño de las funciones directivas. Los emprendedores se sienten propietarios de las startups que han fundado. En su mente ese sentido de propiedad parece llevar consigo el derecho a desempeñar el cargo de CEO de la organización.
Muchas de las veces la no asunción del relevo viene dada por intentar aferrarnos al puesto como si, únicamente, fuese nuestro.
Aunque sea duro asumir que ya no somos el CEO de la startup, debemos de pensar en el largo plazo y como socios de ésta debemos ser responsables, acoger el cese con humildad y pensar que lo mejor que le puede pasar a nuestra compañía es nuestro propio cese.
La posición del inversor
A continuación posicionémonos del lado del inversor. Al igual que nosotros, éste busca la escalabilidad de la compañía. Si el inversor lleva razón en la idoneidad de nuestro cese y ficha a un directivo de dentro de la casa o buscarlo en el mercado, nosotros como socios accionistas nos veremos beneficiados de esta decisión.
Es duro que nos cesen, eso no te lo discutiré jamás. Pero más duro es dejar morir una startup por nuestra incapacidad de ceder el poder a personas más preparadas que nosotros.
El puesto de CEO no tiene por qué ser eterno. Durante las diferentes estadios de maduración de nuestra startup podemos ir rotando la máxima responsabilidad en la persona que esté más preparada dentro del equipo fundador o, por el contrario, asociando personas que aporten esa visión-experiencia directiva que nos hace falta durante un periodo de tiempo.
Mi consejo, y aunque te pueda resultar duro, es que cuando seas un freno para el desarrollo de la startup debes poner tu cargo a disposición de los accionistas, e incluso adelantarte a su decisión. El CEO no puede ser el cuello de botella en el desarrollo de una organización. Si no te ves preparado para afrontar las siguientes fases del plan de negocio, hazte a un lado, da entrada a personas que pueden coger el relevo y cumplir los siguientes hitos.
Implícate en ayudarles, haz un traspaso de poderes ejemplar y asume tu nuevo rol con responsabilidad y humildad, no intentes reinar después de muerto.
«Haz que los adversarios vean como extraordinario lo que es ordinario para ti. Haz que vean como ordinario lo que es extraordinario para ti». Sun Tzu
Escrito por Javier Pérez Caro, consultor de Management, profesor y mentor en El Cubo de Andalucía Open Future.
Imágenes: kris krüg (Flickr) y tiarescott (Flickr)