El Día de internet y el buen uso de las mayúsculas

¿Internet se escribe con mayúsculas o con minúsculas? Fundéu ─la Fundación del Español Urgente, una institución sin ánimo de lucro para impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación─ nos da casi carta blanca en este asunto:

«Puede escribirse internet con inicial minúscula si se considera un nombre común referido al servicio y con mayúscula si se percibe como nombre propio de la red. Además, puede emplearse tanto en masculino como en femenino»

Lo cierto es que internet, con o sin mayúsculas, femenino o masculino, ha revolucionado la forma de trabajar de decenas y decenas de profesionales, y ha supuesto cambios en los procesos productivos y de comercialización en otra gran cantidad de sectores. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, un 83,4% de los hogares españoles disponen de acceso a internet, lo que quiere decir que ese porcentaje de personas llevan a cabo múltiples acciones diarias, como pueden ser:

  • Consultar las noticias: nacionales, internacionales, locales, sobre meteorología, sobre deportes; en aplicaciones de noticias, en páginas de medios, en las redes sociales…
  • Búsqueda de información: para satisfacer cualquier necesidad de información puntual sobre infinidad de temas.
  • Comunicarse con sus contactos: amigos, colegas de trabajo, familia, desconocidos ─apps para hacer amigos o ligar─, por necesidades puntuales ─pedir citas, atención al cliente…─, etc.
  • Hacer gestiones burocráticas: rellenar formularios, pagar facturas, responder a avisos…
  • Ocio: jugar online, visitar webs para pasar el rato, redes sociales…
  • Trabajar y estudiar: envío de emails, compartir información, trabajo en equipo, completar datos, marketing digital, páginas webs corporativas, venta online…
  • Comprar: cada día son más personas las que compran diariamente a través de internet cualquier tipo de producto.

Conscientes de este uso masivo de internet, las empresas no pueden obviar su uso ni considerar un complemento, un atributo extraordinario que se añade después de poner los cimientos: forma parte de la propia base en aspectos tan variopintos como la comunicación, el posicionamiento, el marketing y las ventas, la atención al cliente, la pata legal o la búsqueda de talento. Todo lo empapa internet.

Los empresarios dinosaurios pueden argumentarnos sobre lo prescindible de internet en el día a día de las empresas. Nada más lejos de la realidad. Para sobrevivir hoy, al menos, hemos de conocer y reconocer la importancia de este enjambre virtual. Vamos a hacer, para ello, un recorrido mental por algunos de los pasos que un emprendedor va dando a lo largo de la construcción de su proyecto:

  • Lo primero que hace un emprendedor al tener la idea primigenia es asegurarse del estado en el que se encuentra el sector y las opciones que existen para cubrir la necesidad frente a la que se propone como novedad. Además, también comprueba que su propuesta no existe ya.
  • Hace el mismo tipo de evaluaciones para la marca que está dispuesto a crear: nombres ─registro de patentes y marcas─, logos, colores, formas.
  • Busca especialistas en el sector, foros, redes como LinkedIn, para adquirir todos los conocimientos posibles.
  • Explora el mercado a través de internet para comprobar la viabilidad de su posible negocio.
  • Se da a conocer a través de la publicidad y las redes sociales. Envía informaciones a los medios de comunicación para difundir sus novedades. Todo lo hace a través de internet.
  • Pero, sobre todo, se da a conocer a través del posicionamiento web (SEO), con el que escala posiciones en los buscadores y facilita que el usuario sea capaz de encontrar a la empresa.
  • Gestiona parte de su atención al cliente a través de las redes, pero también a través de la página web o del correo electrónico.
  • Busca financiación mediante business angels, rondas de inversión, programas de ayudas…
  • El emprendedor hace networking y establece contacto con otros emprendedores con los que cerrar posibles sinergias o colaboraciones.
  • Permite el trabajo en remoto, facilitando la descentralización del talento y la posibilidad de reuniones con personas que se encuentran en distintas localizaciones, sin necesidad de perder tiempo y recursos en desplazamientos.

Podríamos decir, después de leernos, que no somos capaces de vivir sin internet, que no sabemos emprender sin la red. Internet no deja de ser una herramienta, una poderosa herramienta que nos facilita, nos ayuda, nos ahorra y nos complementa, pero no es la panacea. Es un medio con el que nos hemos acostumbrado a desenvolvernos en muchas de las acciones que hacemos hoy de forma cotidiana, pero no es el único medio. El emprendedor ha de saber desarrollar sus aptitudes en cualquier medio, tiene que ser todoterreno. Antes de internet existe una base firme, una creencia y unos conocimientos, una fuerte convicción por la que el emprendedor sale a pelear a diario. Un plan de negocio. Un trabajo de meses.

Internet, se escriba como se escriba, es una entidad mayúscula que se merece la máxima atención por parte de las startups. Tiene una importancia mayúscula para todos aquellos emprendedores con proyectos innovadores y tecnológicos. Pero, antes de todo, siempre el emprendedor.

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