¿Cuándo llega el momento de internacionalizar mi empresa?

Puede que pensemos que nunca es buen momento para internacionalizar nuestra empresa porque estamos en otro punto del desarrollo del negocio. ¿Cuánto hay de cierto en esto?

En un mundo globalizado en el que cada vez estamos más conectados las noticias desde Japón o Canadá nos llegan antes que lo que está ocurriendo dos calles más abajo no es inoportuno pensar en un mercado global, donde los clientes estén repartidos, los competidores sean grandes compañías internacionales con facturación inconmesurable o necesitemos traducciones en varios idiomas y hacer envíos a varios miles de kilómetros. De hecho, cada vez es más frecuente.

Qué beneficios aporta la internacionalización

Las empresas que salen al extranjero son, por lo general, y debido a todo lo que conlleva, compañías más competitivas. Suelen tener unos índices de productividad más altos y mayor volumen de negocio. Todo esto hace que se necesiten perfiles más cualificados y, normalmente, con mejor retribución. La diversificación que implica la internacionalización hacen que sean menos sensibles a los factores externos de forma global y sean capaces de resistir a cambios más significativos (como crisis económicas). Las empresas que se aventuran a la internacionalización, además, tienen mayor potencial para crecer. Por último, estas empresas pueden aprovechar las economías de escala.

Pero lejos del juicio rápido de pensar que la internacionalización de una empresa no es más que exportar productos o servicios a nuevos mercados, nos encontramos con una serie de movimientos estratégicos imprescindibles que, si se hacen con toda la profesionalidad que se requiere y contando con el mejor equipo, pueden llevarnos al liderazgo mundial.

Para acometer la internacionalización de una empresa se deben tomar, por lo tanto, decisiones estratégicas que llegan después del análisis de nuestra propia oferta, para saber si tiene sentido en el país en el que vamos a aterrizar o si podemos adaptarlo al nuevo mercado; de estudiar nuestra disposición financiera, comprobando si disponemos de los recursos necesarios; del compromiso de nuestro equipo para llevar a cabo el proceso de internacionalización; de la comprensión de las diferencias culturales existentes, que es un eje fundamental para tomar este tipo de decisiones; y de contar con un departamento de recursos humanos con experiencia en el ámbito internacional.

Cómo puedo internacionalizar mi empresa

La forma más directa de internacionalizar la empresa es exportando productos o servicios. Podemos afrontar a través de un intermediario, por lo que, realmente, estaríamos vendiendo localmente (a este intermediario o trader) para que otros hagan el trabajo por nosotros. Pero también podemos hacer una exportación directa, es decir, la venta desde el mercado de origen al distribuidor en el mercado elegido. En esta ocasión, la empresa se encargaría de gestionar el proceso completo hasta llegar al distribuidor en el destino. Tiene un riesgo más alto pero también mayor volumen de ventas y mayor control.

Puede existir también una exportación con venta directa a los consumidores, mediante agentes que reciben una comisión o a través de las exportaciones concentradas, que implica directamente a empresas que desarrollan parte de la actividad en el país de destino. Encontramos ejemplos en los consorcios de exportación (que es la cooperación entre varias empresas que no son competencia entre sí, tienen un tamaño similar y que son de un mismo país), donde las empresas trabajan juntas para exportar de forma común, o en las joint-ventures, que se da cuando dos empresas de distintos países acaban formando una sola en el país donde se quiere exportar.

Este último ejemplo sería una forma de intermediación, que va más allá de la exportación. En este nivel encontramos otras formas como la licencia ─un acuerdo para que el agente local pueda explotar las patentes, la tecnología y el conocimiento de la empresa─, la franquicia ─un agente utiliza nombre comercial y todo lo relacionado con la marca para abrir un negocio a cambio de un precio─ o los contratos de manufactura ─que se basan en la relación empresarial con un productor local, pero en la que se controlan todos los procesos.

La decisión de la internacionalización una empresa requiere, como hemos visto, de un sosegado análisis de la situación y una estrategia realista. Gracias a las empresas internacionales se integran las naciones a la economía global y esto lleva consigo muchos beneficios para la sociedad.

Fotografía: Kelsey Knight

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