Cuando trazamos una estrategia empresarial tenemos varios puntos estructurales que trazar antes de comenzar. Sin estos cimientos estaremos dando palos de ciego en el inmenso océano del emprendimiento. Es decir, es preferible emplear parte de nuestro tiempo en un trabajado documento y un estudio pormenorizado que nos dé una visión global que empezar con prisas sin disponer de la información suficiente. Este error puede hacernos perder demasiado tiempo y dinero en el futuro y adoptar una posición errónea ante el mercado y las dificultades que se nos presenten en el camino.
Por eso es necesaria la reflexión y la investigación, la documentación y la estrategia. El camino siempre nos lleva hacia algún lugar, y es necesario conocer hacia dónde vamos para enfocar los esfuerzos y canalizar todas las acciones que vayamos haciendo.
Los objetivos no son intenciones. Las intenciones son ideas que se tienen, deseos de hacer algo, mientras que los objetivos son el reconocimiento de esas intenciones y poner en marcha los mecanismos adecuados para llevarlos a cabo.
Para definirnos claramente, consideramos como una situación ideal configurar los conocidos objetivos SMART, que significa ─por su significado en inglés─ que deben ser Específicos, Medibles, Alcanzables, Realistas y que se puedan realizar en un plazo de Tiempo determinado.
– Específicos, para concentrar nuestros esfuerzos y saber exactamente hasta dónde queremos llegar. Para ello, conviene describir las características de nuestro objetivo.
– Medibles, para poder conocer su avance, si se está cumpliendo o no. Esto no quiere decir solo que se puedan medir, sino que hemos de buscar la forma de hacerlo para que los resultados nos sean útiles para mejorar los procesos.
– Alcanzables, realizables. Esto no significa que no podamos ser ambiciosos, pero sí que sea posible. Por eso, toda la información de la que dispongamos será muy útil para fijar bien estos objetivos.
– Realistas, sabiendo cuáles son nuestras posibilidades y con qué recursos contamos, así como nuestra motivación e interés en conseguirlos.
– Tiempo, fijándonos plazos lógicos, sin apresurarnos pero también sin demorarlo demasiado en el tiempo, ya que corremos el peligro de que se diluya paulatinamente.
La fijación de unos objetivos servirá también para que exista mayor cohesión en nuestro equipo. Cuando todos los miembros de un equipo trabaja en pos de los mismos objetivos, cuando tienen en mente hacia dónde quieren llegar, los trabajos de cada uno de ellos se complementan formando un solo conjunto que hace a los miembros más empáticos, más grupales, más unidos.
Esto, bien diseñado junto a los valores de la empresa y la visión, junto a la cultura de empresa. Al final, esta unión repercute en la productividad, mejorando exponencialmente.
Además, disminuyen la incertidumbre, revelan prioridades, producen sinergias, sirven de guía para la asignación de recursos y para la realización de actividades.
Para saber si estamos logrando nuestros objetivos podemos utilizar herramientas automáticas como TribeScale o, simplemente, de forma manual podemos ir contabilizando en cifras la consecución de los mismos, midiendo cuánto llevamos en cuánto tiempo y qué nos falta para completarlo.
Tipos de objetivos según sus aspiraciones
Podemos pensar en grandes objetivos empresariales u objetivos más pequeños que nos ayudarán a conseguir aquellos más globales. Los dividimos en cinco tipos, lo que nos ayudará a marcarnos metas o hitos que harán que nuestro equipo esté más satisfecho.
Los objetivos generales son finalidades genéricas de la entidad. Son más aspiracionales y, aunque posiblemente medibles, se centran más en la misión y los valores y el crecimiento genérico de la compañía. Se miran con un poco más de perspectiva.
Los objetivos específicos se derivan de los generales y concretan el camino que hay que seguir para lograrlos. Se pueden medir y nos ayudan a cumplir los objetivos más grandes.
Por otra parte, encontramos objetivos estratégicos, que se establecen en el marco de un mercado o un sector concretos. Por ejemplo, alcanzar el liderazgo en la venta de zapatillas deportivas en un plazo de 4 años.
También los objetivos tácticos, que son aquellos que nos encauzan hacia los estratégicos. Por ejemplo, reducir a la mitad la distancia con el líder del sector de la venta de zapatillas.
Los objetivos operativos son cuantificables y medibles mediante indicadores, y se puede verificar su avance.
Además, de forma personal, cada uno de los miembros del equipo puede fijarse metas, que se relacionan directamente con el desarrollo profesional y personal. Estas metas pueden ser a corto, medio y largo plazo. Un equipo feliz es aquel que va logrando sus metas, ya que se siente realizado y útil dentro del grupo, y donde su trabajo sirve para el cumplimiento de los objetivos establecidos.
Fotografía: Austris Augusts