Las ideas son más importantes de lo que creemos en ocasiones. Pero una idea en sí no deja de ser más que un pensamiento abstracto, un cruce de flashes que originan una luz constante, pero sin forma, sin cimientos.
Por este motivo, por esa volatilidad de las ideas, no podemos protegerlas como tales. Las ideas en sí no pueden ser robadas porque no disponen de la consistencia necesaria. Cualquiera puede tener una idea ─de negocio─ y, muy probablemente, aquello que hayamos pensado ya haya pasado por cientos de cabezas con anterioridad. Seamos honestos con nosotros mismos.
Una idea, sin más, no tiene valor. Para que una idea de negocio sea susceptible de ser protegida (y, por lo tanto, robada), debe estar lo suficientemente avanzada como para poder comercializar con sus resultados. Es decir, ha de haberse desarrollado en cierta medida y podremos deducir de ella una estrategia de ventas, del mercado en el que competirá, de su financiación o de cómo obtendremos beneficios gracias a ella. No es lo mismo tener una idea que ejecutarla. La forma que tenemos de concebir una idea no se parecerá a la manera en que tenemos de ejecutarla.
¿Es un miedo infundado, entonces, el de que nos roben una idea de negocio? Para nada, pero tiene ciertos matices que debemos aclarar. No podemos proteger las ideas pero sí podemos establecer ciertos mecanismos de protección sobre la propiedad intelectual que hemos desarrollado.
Lo que no parece tener demasiado sentido es que guardemos nuestra idea bajo llave, porque necesita moverse, ser contada, viajar y enfrentarse a distintas realidades y múltiples aportaciones que la acercarán a la realidad de transformarla en negocio.
Ante los inversores, además, no podemos ser demasiado conservadores. Estos necesitan saber dónde van a invertir y conocer en profundidad todos los detalles. ¿Es un riesgo? Sobre todo es una apuesta, una decisión con la que empezar un camino de emprendimiento que verá sus frutos si somos constantes, creemos en ella y realmente tienen validez en el mercado.
Cómo proteger mi idea de negocio para emprender en Andalucía
Para proteger el desarrollo de la idea, lo que realmente tiene valor, hemos de poner en marcha algunos mecanismos. Lo mejor en estos casos siempre se contar con un experto en la materia, o acudir a organismos como la Agencia IDEA, que nos ofrecen varios instrumentos y explicaciones.
– Cierra un Acuerdo de Confidencialidad: con aquellas personas a quienes contemos el desarrollo de nuestra idea para iniciar contactos de negocio es conveniente cerrar un Acuerdo de Confidencialidad, un contrato legal donde los participantes se comprometen a respetar y guardar los detalles del proyecto.
– Acude al Registro General de la Propiedad Intelectual, perteneciente al Ministerio de Cultura. Con ello nos aseguramos poder explotar nuestras creaciones.
– Patente de invención: si la idea de negocio tiene relación con la creación de algún producto, podemos patentar dicha invención. Para ello, acudimos a la Oficina de Patentes y Marcas (OEPM), que depende del Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
– Sé el primero y el mejor: aunque no es una forma de protección en sí, cuando sacamos al mercado un producto o servicio novedoso, somos los primeros y el público así lo ve, llevamos una ventaja competitiva difícil de sobrepasar. Además, los inversores nos verán a nosotros antes, por lo que es muy probable que esa ventaja no la perdamos si damos los pasos adecuados. Nuestra creatividad, nuestras habilidades y el tiempo que empleamos para desarrollar la idea, esto es, el compromiso que adquirimos con ella, probablemente sean infranqueables por nuestros posibles competidores o supuestos plagiadores. Podrán robar nuestra idea, pero nunca nuestro talento.
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